31.8.09

El Pato Amarillo.


A finales del pasado mes de junio -cuando el verano parecía que iba a ser eterno, ¡qué ilusión!-, un grupo de alumnos de 1º y 2º de Bachillerato y dos profesores (Fernando Poza y un servidor) nos acercamos a la Asociación El Pato Amarillo, en el cercano barrio de Orcasitas, para entregarles los kilos de alimentos recogidos a lo largo del último trimestre en el colegio.


El resultado de la campaña fue de unos setenta kilos. Así escrito, no parece mucho, pero si tenemos en cuenta que de cada kilo de legumbres se pueden cocinar bastantes platos de comida, tal vez hayamos contribuido a que algunos cientos de personas hayan podido beneficiarse de nuestra aportación.


La Asociación El Pato Amarillo lleva varias décadas trabajando en el barrio, primero con los jóvenes que caían en la droga y con sus familias y, ahora, con todo aquel que necesita alimentos, ropa o ayuda de cualquier tipo. Los responsables de la asociación son un grupo de mujeres muy valientes que han sabido responder siempre a las necesidades de los que sufrían a su alrededor.

Aquella tarde de junio -no sólo les entregamos la comida, sino que compartimos un buen rato de charla con ellas- nos desveló uno de los secretos mejores guardados de nuestro barrio: hay gente cuya felicidad pasa por la felicidad de los que peor lo pasan.


Gracias por vuestro testimonio, vecinas.

28.8.09

¡Ánimo!

Es lo que tienen las estaciones, que detrás de una siempre viene otra.
Se termina el verano y se termina el veraneo. Sé que muchos se lamentarán y estarán al borde de la depresión postvacacional. Caras de fastidio, ánimo vencido y espíritu de derrota.


Perdonadme pero, aunque sea comprensible, no parece muy inteligente. El tiempo pasa, eso es una obviedad. Las vacaciones se esfuman y las obligaciones -¡qué palabra, qué palabra!- nos esperan a la vuelta de la esquina. ¿No es mejor irse preparando, asumir lo inevitable de la mejor manera posible y dejar de lloriquear como críos?


¡Claro que se está mejor en la playa, con un zumo de papaya y tomando el fresco debajo de una palmera, mecidos por el tenue sonido de las olas del Caribe! Pero todos -TODOS- sabemos que nuestra vida no es esa. Hemos elegido estudiar o trabajar, tenemos unas tareas que cumplir para con nosotros y para con otros... Así es que, ¿por qué hacernos más difícil a nosotros mismos la vuelta a la cotidianidad?


Tras un verano que, esperemos, haya sido bueno para todos... En nada volvemos.

Al mal tiempo, buena cara.