Fuimos pocos , tres y la ayuda inestimable de Nati, pero nos sentimos como en casa. Cargamos el coche (el mini-coche), nos acercamos a Orcasitas y entramos en lo más parecido al cielo que debe haber por esta tierra: varias mujeres, algunas ya bastante mayores (sólo por fuera, porque por dentro tienen aún veinte abriles) que visten y dan de comer, ellas solas y sin cobrar ni un céntimo, a más de quinientas familias (sí, sí: 500 familias).
Nos acogieron como si de sus hijos se tratase, nos contaron su vida y milagros -y nunca mejor dicho, porque obran el milagro de los panes y los peces cada día, como Cristos vivientes-, nos invitaron a ayudarlas en el ropero y en el banco de alimentos y nos despidieron con besos.
Como dijo Víctor, ya de vuelta a casa, "te enseñan cosas que no vienen en los libros". Y es verdad.
Gracias, Tania y Víctor, por dar un paso al frente. Gracias, chicas del Pato Amarillo, por ser profetas.
"Dichosos los que estáis/
al lado de los explotados,/
se va a los pechos de Dios/
justo por ese lado.
Dichosos los que gritáis/
justicia, justicia, justicia:/
el mundo del futuro/
cantará vuestra melodía.
Dichosos los que lloráis/
con el dolor de los que no tienen nombre/
os vais a alegrar mil veces/
cuando acabe el sufrir de los hombres".
2 comentarios:
¡Vaya,me enteré tarde!
hola Alberto!
soy Esther Otero una alumna tuya del año pasado.
¿te acuerdas de mi? espero que si al final estoy estudiando Relaciones laborales y Recursos humanos.
¡Algún viernes pasaré a veros!
no sabrás tu que relaciones hay entre ética y cultura empresarial ¡estoy un poco perdida con los trabajos!
espero una respuesta un saludo!!
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