Mortadelo, Filemón, Seann Connery, Mr. Propper y Zidane tienen algo en común, amén de su popularidad: son calvos. No escasos de pelo, no, sino calvos, calvos.
Dicen por ahí que los calvos son hasta atractivos... aunque todo dependerá de la cara situada bajo la azotea del individuo, digo yo.
Lo que sí es cierto es que, por encima de todos, el calvo más famoso es "el calvo de la lotería": Clive Arrindell. Todos le conocen, todos le esperan cada Navidad... y todos nos lo vamos a perder. Porque le echan a la calle, le ponen de patitas en el paro, le largan... con lo famoso que es.
Y es precisamente por lo famoso que es por lo que Loterías y Apuestas del Estado ha decidido jubilarle de su oficio de anunciante de sorteos.
La razón esgrimida por los responsables de Lotería Nacional es que la fama del actor eclipsaba al propio producto, por lo que la labor publicitaria había perdido eficacia. Lo importante ya no era el sorteo de la Lotería, sino el mismísimo alopécico...
Desde este blog, humildísimamente, aconsejamos a los responsables de la Lotería Nacional que repongan en su puesto a Clive Arrindell por las siguientes razones:
1) Por una cuestión de cuota: los calvos no tienen casi presencia en la televisión.
2) Se destruiría un icono de producto que ha tardado seis años en formarse.
3) La Lotería Nacional se vende casi sola, por lo que no parece relevante el impacto de la publicidad sobre su consumo.
4) El aumento del número de sorteos y apuestas en el mercado hace más necesario que nunca una diferenciación con la competencia.
5) No gasta gomina en los rodajes.
Pero ya lo dijo el poeta: "Madres, las que tenéis hijas,así Dios os dé ventura,que no se las deis a calvos,sino a gente de pelusa".
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