Que Marx fuera todo un personaje y que, en nombre de sus teorías económico-sociales se hayan cometido las peores violaciones de los Derechos Humanos, no le quita el mérito de haber interpretado la realidad social de su tiempo de una manera magistral.
Una de estas teorías económicas es la de la PLUSVALÍA.
- ¿La plusvaqué?.
Marx observó que una materia prima en estado natural, por poner un ejemplo, valía bien poco en el mercado. Pero esta materia prima, después de transformada, adquiría un precio muy superior a la suma de lo que valía en origen más el dinero invertido en el proceso de su transformación por parte del capitalista. A eso él lo llamó PLUSVALÍA.
Y Marx no era precisamente tonto: si la plusvalía se crea aunando lo aportado por el capitalista y por el trabajador asalariado, ¿por qué demonios ésta se la quedaba mayoritariamente el capitalista?. A ver -pensó-, si es absolutamente imprescindible el trabajo del proletario en el proceso de transformación de un bien, si no hay aumento de valor si no hay trabajo de por medio, ¿por qué el capitalista se lleva siempre la mayor parte de la plusvalía?.
El análisis, no lo negaréis, es bueno.
Pues nada, que ya nos podemos ir hoy a la cama sabiendo que hemos aprendido algo que la mayoría de las personas desconocen: que la plusvalía no es una enfermedad contagiosa.
NOTA: este artículo no lleva imágenes (lo cual los suele hacer más digeribles) porque, simplemente, no se suben. Y, como la informática para mí no deja de ser una suerte de magia, nos quedamos sin ellas por hoy. Mañana... sólo los dioses dirán.
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