19.11.06

ESE HOMBRE CON GAFAS DE LA CABECERA.

Desde hace unas semanas, y gracias a la ayuda inestimable de algunos compañeros nuestros de pasillo, este blog de diseño "soviético" (es decir, espartano, pobre, austero) viene mostrándonos la imagen de un señor con gafas, un sacerdote, un obispo, un arzobispo, un cristiano, rodeado de labradores salvadoreños.
En más de una ocasión, además, hemos utilizado su imagen para adornar algún que otro artículo... y por su belleza no será. Óscar Romero sería un hombre ejemplar, pero guapo no.
¿Quién fue Óscar Romero?. Fue un salvadoreño que, tras ordenarse sacerdote y estudiar en Roma, fue enviado a su tierra natal para reconducir a una Iglesia muy agitada por las circunstancias políticas y sociales del país. Óscar Romero fue enviado para mediar entre el pueblo salvadoreño y la dictadura que les oprimía...
En cierto modo, a Óscar Romero le fue encomenda esta misión por sus ideas conservadoras. Era, a priori, el hombre ideal para aplacar unos ánimos que, progresivamente, se iban tornando en verdaderamente revolucionarios. Pero Dios escribe con los renglones torcidos, y Óscar Romero, convertido ya en Arzobispo de San Salvador, no pudo menos que ver en el pueblo salvadoreño la reencarnación del pueblo de Israel cautivo en Egipto.
Si Cristo es el Dios de los pobres, la Iglesia de Cristo debía tomar partido por ellos: el arzobispo utilizó todos los medios a su alcance para denunciar la tiranía y la opresión a la que era sometido el pueblo salvadoreño.
El 24 de Marzo de 1980, este cristiano fue asesinado por un francotirador a sueldo del gobierno salvadoreño mientras celebraba la Eucaristía. Un día antes, en una homilía retransmitida a todo el país por la radio, dijo:
"Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión".

No hay comentarios: