España era, es y no sabemos si será, diferente. Aquí las cosas han ido a un ritmo distinto al de la gran mayoría de los países europeos. Será el sol, o la dieta, el caso es que, mientras Europa despertaba a una revolución sin precedentes desde el Neolítico (la Revolución Industrial), en España andábamos aún malviviendo de una economía agraria y atrasada.Esta apreciación nos esclarece alguna de las razones por las que la implantación de sindicatos en España fue tardía y lenta. Es decir, que las ideologías sindicalistas llegaron a España antes de que se produjesen en nuestro país las condiciones para que esta ideología surgiese.
Así, a finales del siglo XIX, el sindicalismo español no era más que una copia a tamaño reducido de las corrientes ideológicas que ya llevaban décadas agitando Europa.
En España, las ideologías izquierdistas llegan de la mano de los llamados "apóstoles de la Internacional", es decir, agentes enviados por los grupos anarquistas y marxistas europeos para plantar las bases del izquierdismo sobre la piel de toro.
España, no obstante, mostraba unas peculiaridades que la harán poco propicia para que tales aventuras surjan efecto inmediato. La principal de ellas, que era un país aún agrario.
Esta característica explica por qué en España prendió con mayor fuerza la mecha anarquista (más propicia para el campo) que la comunista.
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