La Teología Católica define el Pecado original como la falta cometida por Adán y Eva en el paraíso, un pecado de desobediencia a Dios... La consecuencia de ese primer pecado, la mancha hereditaria con la que todos nacemos a causa de nuestro origen o descendencia es el Pecado Original...
A lo largo de la historia, los cristianos nos hemos preguntado una y mil veces acerca de la justicia de tal pecado... Un niño que acaba de nacer, inocente como es (y luego van diciendo las malas lenguas que a mí ni me gustan los niños), ¿qué pecado puede haber cometido?.
Independientemente de la teoría católica sobre el Pecado Original, los hombres, por el mero hecho de ser hombres, pecamos.
¿Y qué tiene que ver esto con la Economía?. Pues que existe una teoría económica sobre el Pecado Original que lo relaciona con las externalidades negativas. Éstas son las consecuencias negativas que cualquier actividad económica llevada a cabo por un agente provoca en terceros sin pretenderlo. Por ejemplo: el hecho de circular en coche contamina el medio ambiente, es decir, perjudica al planeta. Y así con cualquier actividad: los productos empaquetados contaminan, muchos bienes se producen a bajo coste gracias a la explotación infantil, nuestro estado del bienestar conlleva el estado del malestar en los países subdesarrollados, etc...
Pero, ¡claro!, yo no puedo dejar de utilizar los vehículos porque contaminen, no puedo informarme de las condiciones de producción de todos y cada uno de los productos que consumo, no puedo pensar cada vez que compro algo estoy contribuyendo a la injusticia económica mundial... ¡No puedo, o me volvería loco!. Pero lo hacemos, lo hacemos con cada actividad económica, creamos externalidades negativas sin proponérnoslo, cometemos un "pecado contra los nuestros hermanos, los hombres", sin haberlo elegido.
Ya tenemos, pues, un pecado original.
Los que vivimos en el Estado del Bienestar, terminaremos... expulsados del paraíso.
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