25.4.08

TEXTOS PARA EL DIÁLOGO (II).

Reproducimos este editorial publicado en la página de análisis económico http://www.liberalismo.org/articulo/398/12/. Ojalá su lectura fomente la conciencia, el debate y la duda.
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Una obsesión peligrosa. Por Thomas Sowell.
Los medios de comunicación y el mundo académico viven obsesionados con los "diferencias" y las "desigualdades" en los sueldos (...). Como decía un tertuliano, "no tiene sentido" que un ejecutivo gane 50 millones de dólares al año. Pero cualquier persona es incapaz de encontrarle el sentido al 99% de todas las cosas que suceden en este mundo. ¿Sabe usted cómo funciona la transmisión de su vehículo?

Si no puede entender algo tan simple como la fabricación de un lápiz, ¿por qué debería sorprenderse de no entender las razones por las que unos ganan mucho más dinero que otros?

(...)La conclusión a la que se quiere llegar es que alguien debería "hacer algo" para cambiar eso que usted no entiende. Por lo general, eso significa que el Gobierno –los políticos– deberían imponer medidas basadas en su ignorancia sobre lo que está sucediendo. ¿Se puede imaginar algo más peligroso que permitir que los políticos decidan cuánto dinero podemos ganar cada uno de nosotros?
Por supuesto que ese control político de los ingresos es generalmente defendido para encargarse solamente de los "ricos". Pero cuando se introdujo el impuesto a la renta, a principios del siglo XX, solamente se le aplicaba a los "ricos" y era un pequeñísimo porcentaje de sus ingresos. Pero una vez que se abrieron las compuertas de semejante poder político, hemos visto cómo el impuesto a la renta no solamente se extendió mucho más allá de "los ricos" sino que también acaparó una parte importante de los ingresos de las clases medias (…).
La palabrería grandilocuente sobre "justicia social" o "equidad" se reduce a ampliar los poderes a los políticos, ya que estas palabras tan hermosas no tienen una definición concreta. Son un cheque en blanco para crear desigualdades en el poder que empequeñecen las desigualdades de los ingresos... y que son muchísimo más peligrosas.

Desigualdades entre países.

Las obsesiones de los medios de comunicación y del mundo académico con las "desigualdades" económicas han alcanzado nivel internacional. Las noticias recientes proclaman que la mayor parte de la "riqueza mundial" pertenece a una pequeña fracción de la población. Vamos a analizar esto desde el principio. ¿Qué es eso de "la riqueza mundial"?
Puede mirar en su guía telefónica, navegar por Internet o hacer investigaciones genealógicas: no hay ninguna persona que se llame "El Mundo". ¿Cómo puede un ser que no existe poseer riqueza? Son los seres humanos quienes poseen riqueza. Si logramos dejar de lado esas tonterías poéticas grandilocuentes sobre "la riqueza mundial", puede que tengamos alguna oportunidad de que se empiece a hablar con sensatez sobre realidades.
¿Quiénes son estas minorías de la población mundial que son dueñas de una mayoría de la riqueza mundial? Son la población de Estados Unidos, Europa occidental, Japón y unos cuantos países ricos más. ¿Cómo es que estas naciones en particular llegaron a poseer mucha más riqueza que las otras? Lo hicieron a la antigua usanza. O sea, produciendo la riqueza que poseen. Es como preguntarse por qué las abejas tienen mucha más miel que otras criaturas (…).
¿Han tenido todos los habitantes de este mundo las mismas oportunidades de producir riqueza? No, ni en el mundo ni dentro de una determinada sociedad ha tenido todo el mundo las mismas oportunidades.
La geografía por sí sola ha creado enormes desigualdades en esas oportunidades. ¿Cómo iban a cultivar piñas los esquimales o los beduinos aprender a pescar en medio del desierto? ¿Cómo hubieran podido los habitantes de los Balcanes tener una revolución industrial como la de la Europa occidental cuando los Balcanes no tenían ni la materia prima necesaria para ello ni una forma económicamente viable de transportarla desde otros lugares? Las desventajas geográficas de África podrían llenar un libro. El historiador francés Fernand Braudel dijo que "para entender al África negra, la geografía es más importante que la historia".
¿Qué se supone que deberíamos hacer con estas desigualdades? ¿Presentar una demanda colectiva contra Dios? Seguramente el Tribunal de Apelaciones de la Novena Jurisdicción de Estados Unidos aceptaría semejante demanda, pero es poco probable que fueran capaces de hacer algo para arreglar la situación.
Y las desigualdades geográficas son sólo la punta del iceberg. Innumerables culturas han evolucionado de forma distinta en distintos lugares, y entre pueblos distintos en el mismo lugar (...).
Los recursos naturales en Uruguay y Venezuela valen muchas veces más per cápita que los recursos naturales en Japón y Suiza. Pero la renta per cápita en Japón y Suiza es cerca del doble de Uruguay y muchas veces más que la de Venezuela.
A nadie le gusta ver pobreza en un mundo en el que la tecnología y el saber hacer económico existentes podrían ofrecer a todos en todas partes un nivel de vida digno. Todo lo que hay que hacer es cambiar a las personas. ¿Pero alguna vez ha intentado hacerlo usted?
La solución rápida es transferir riqueza. Pero más de medio siglo de "ayuda exterior" ha dejado un funesto historial de fracaso e incluso de regresión en países del Tercer Mundo.
Algunos países han acometido por sí mismos los cambios que los han sacado de la pobreza y llevado a la prosperidad. En efecto, los países ricos de hoy vivieron alguna vez en la pobreza. Pero no lograron salir de ella con chapuzas rápidas o cediendo peligrosamente el poder a los políticos.


La falacia del "precio justo y objetivo".

Una de las preguntas más habituales entre los obsesionados con las "diferencias" y las "desigualdades" es: "¿Vale alguien de verdad todos esos millones de dólares al año que algunas personas tienen como sueldo?"
Semejante pregunta presupone que existe un valor "real". Ese supuesto data de la Edad Media, cuando la gente pensaba que había un "precio justo y equitativo" para las cosas. Pero si hubiera un valor objetivo –ya sea de bienes o de mano de obra– entonces las transacciones económicas no tendrían ningún sentido.
Cuando usted compra un ordenador, la única razón por la que usted se desprende de su dinero es porque para usted el ordenador vale más que el dinero. Pero la única razón por la que alguien le vende a usted un ordenador es porque para él el dinero vale más que el ordenador.
La diferencia de valor de la misma cosa para diferentes personas es el principio fundamental de las transacciones económicas. Si hubiese algo que tuviese un valor objetivo, las transacciones no tendrían sentido. ¿Para qué molestarse en hacer un intercambio si lo que usted recibe no tiene más valor que lo que usted da?
Si hay un valor objetivo para un ordenador que sea mayor que lo que uno paga por él, entonces el vendedor ha sido engañado y es un tonto si sigue haciendo semejantes transacciones. Lo mismo sucede si el valor objetivo es menor de lo pagado: el comprador es un tonto por comprar algo que no vale su precio.

Es exactamente lo mismo que cuando a Casillas –me permito cambiar el ejemplo para que se entienda mejor- le pagan millones de euros para que juegue de portero en el Real Madrid. Él gana intercambiando su tiempo y habilidades por el dinero que Ramón Calderón le paga. Pero Ramón Calderón también gana al pagarle a Casillas para que juegue de portero porque eso le hace ingresar más dinero en entradas, derechos televisivos y otras fuentes de ingresos. En lo que a nosotros respecta, no es asunto nuestro lo que Calderón le pague a Casillas. Eso es asunto de ellos. Si no lo entendemos, no hay razón por la que nuestra ignorancia deba influir en lo que sucede (…).

Si la producción de algo cuesta más que lo que la gente está dispuesta a pagar, entonces el productor pierde dinero. Pero un principio que parece tan obvio después de haber sido enunciado puede necesitar generaciones en evolucionar e incorporarse a nuestro bagaje cultural.
Y aquí estamos, en pleno siglo XXI y hablando todavía de si a la gente se le paga más o menos de lo que "realmente" valen, y plenamente dispuestos a darle poder al Gobierno para que "haga algo" si no entendemos por qué algunos ganan mucho y otros poco (…).
Muchos de los pobres del Tercer Mundo trabajan con más ahínco que la mayoría de norteamericanos pero, por una serie de razones, no producen tanto como los americanos. Ésa es la razón por la que esos países son pobres. Transferir la riqueza de 300 millones de norteamericanos y repartirla entre los más de 2.000 millones de indios y chinos no iba a servir de mucho. Pero posibilitar que haya cada vez más gente en India y China más productiva puede ayudarlos a ellos y a nosotros, como así ha sido.
Las empresas multinacionales están entre quienes mayores mejoras de productividad han llevado a los países del Tercer Mundo y, por lo general, pagan mejores sueldos que las empresas locales. Pero los exhibicionistas morales, a los que les encanta la redistribución del dinero de los demás, se encuentran entre los más fieros críticos de las multinacionales (…).

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