5.11.12

ECONOMÍA Y ÉTICA: ¿JUNTAS O SEPARADAS?

Hace unos días hablamos en clase sobre las necesidades humanas, relacionándolas con el consumo de bienes, y de aquellos criterios que siempre debemos seguir a la hora de llevar a cabo una inversión económica. Hablábamos, pues, del consumo, que permitía satisfacer al ser humano en cuanto a su desarrollo en las siete dimensiones que lo conforman; y del cuarto criterio para realizar toda inversión económica: la respuesta del ser humano ante ciertos incentivos.
A partir de estos datos, he podido deducir que, en el fondo, la economía tiene en muchas ocasiones bastante que ver con los valores morales y éticos de cada persona. En numerosos casos, las decisiones económicas se ven afectadas por factores de carácter ético o moral. Hemos visto por ejemplo como, a menor escala, un individuo puede verse afectado por sus gustos (un factor psicológico) para adquirir este o aquel producto; así como en una escala mayor, como por ejemplo podemos ver en uno de los textos de reflexión y debate, un economista puede tomar decisiones muy distintas según el juicio de valor que posea, dependiendo en ocasiones si le da, por ejemplo, más importancia a la distribución de la renta o prefiere centrarse en el aumento de la recaudación.
Si bien es cierto que quizás en ocasiones nos iría mejor si dejáramos que la economía siguiese su curso y no dejar que los valores éticos de cada uno influyeran en ella, en mi opinión la propia economía y la subjetividad tienden a ir ligadas. Como dijimos en clase en su momento, la economía debería ser una ciencia social que estudiase las necesidades humanas (que además de ilimitadas son muy variadas) y adaptarlas a una serie de recursos de los que disponemos y que son escasos. Cada ser humano es un mundo, y esto afecta a muchos o quizás todos los ámbitos de la vida, incluyendo, por supuesto, el económico.

Miguel Ángel, 1ºD.

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