22.2.09

¿Por qué nos desprendemos en primer lugar de los billetes viejos?


Si en la cartera guardas dos billetes de idéntico valor -de 5€, por ejemplo- pero uno mucho más nuevo que el otro y, para comprar un producto debes entregar uno de los dos billetes... ¿De cuál de los dos te desprendes?
La respuesta, en la inmensa mayoría de los casos, es: del viejo.
¿Por qué sucede esto? ¿Por qué, si valen lo mismo, preferimos siempre pagar con el billete más viejo?
La respuesta a esta pregunta, posiblemente, habría que buscarla allá por el siglo XVI. Un comerciante inglés, Thomas Gresham, observó que los pagos por la compra de sus mercancías que hacían sus clientes se realizaban con monedas viejas. Los clientes, pudiendo elegir entre monedas nuevas y viejas, elegían estas últimas para pagar. Esto se producía porque, en aquella época, las monedas estaban hechas de metales preciosos -oro, plata, etc...- y, con su uso, tendían a depreciarse. Sucede en la época medieval que las monedas eran acuñadas con metal precioso, y con un peso concreto de dicho metal, que estaba marcado en la propia moneda. Al recibir las monedas, muchos comerciantes la limaban para obtener pequeñas cantidades del metal. Cuando a continuación esos comerciantes iban a pagar, buscaban deshacerse de las monedas limadas, pues eran de peor calidad. Por eso era preferible pagar con monedas antiguas -ya depreciadas- y dedicar las nuevas al ahorro.
Esto que sucedía hace ya tantos años, se ha trasladado a nuestra sociedad, porque si tuviéramos que pagar cinco euros y tenemos un billete viejo manchado, y otro nuevo y limpio, pese a valer lo mismo pagaremos siempre con el viejo. Podemos definir entonces con estos ejemplos, la ley de Gresham, que dice que el dinero de peor calidad, siempre desplazara al de mejor calidad en una economía.
Esta ley, incluso, imperaba en los campos de concentración de la Alemania Nazi. Allí surge la necesidad de medios de pago entre los reclusos. En estos campos de concentración, la función del dinero como medio de pago la van a cumplir los cigarrillos. Se intercambiaban productos a cambio de cigarrillos. El demandante del producto que trataba de obtener algo útil para él, buscaba pagar siempre con los cigarrillos que tuviera desde hace más tiempo, puesto que estos se habían quedado secos, y se guardaba los buenos cigarrillos para futuras transacciones, o bien para su uso propio.

............................................................................ Paula, 1ºD de Bachillerato.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

que interesante jaja
enhorabuena paulis :)

Anónimo dijo...

q tia!!!!!
asombroso. VIVA BERNARDOS!!

Alberto. dijo...

¡Que viva, que viva!

Anónimo dijo...

jajajajaja que fuerte xD

Viva Bernardos :)

Anónimo dijo...

eeh ehh ! q viva tambien Piedrahita ! =)

Alberto. dijo...

¡Y Gilgarcía!

Anónimo dijo...

y Monreal del Campo!

Anónimo dijo...

Gilgarcía??

Anónimo dijo...

que viva los molinos